Teniendo en cuenta que conducir es una actividad de riesgo que requiere la máxima atención, puesto que está en juego la integridad, salud y vida propia, y que también está en riesgo la seguridad de los demás, está completamente prohibida circular bajo los efectos de drogas, narcóticos o de alcohol, ya que estas sustancias afectan directamente el comportamiento de los individuos, aumentando el riesgo para los propios conductores, los demás usuarios de la vía pública y para el medio ambiente. 

Todas ellas afectan especialmente al sistema nervioso y el sentido de la visión, así como al comportamiento del conductor. 

Estas sustancias incrementan el tiempo de reacción, reducen el campo de visión y provocan que se aprecien mal las distancias y las velocidades de otros vehículos. Por poco que se beba o se consuma drogas o narcóticos la capacidad perceptiva es menor y la reacción, en caso de que se presente una situación de riesgo, será más lenta. Cualquier conductor esta obligado a someterse a las pruebas que se establezcan para la detección de las posibles intoxicaciones por alcohol, si la autoridad competente lo requiere.